Las lenguas indígenas habladas en los países atravesados por la Cordillera de los Andes

Desde épocas inmemoriales los territorios a uno y otro lado de la Cordillera de los Andes han sido multilingües y/o pluridialectales. Los cronistas españoles dieron cuenta de ello desde los primeros años de la invasión a América, cuando, por ejemplo, describían elterritorio andino peruano como una “selva de lenguas”, pues a su entender de una comarca a otra se hablaba un idioma distinto. Recuérdese que los conquistadores habían dejado España en un momento en el cual los reyes católicos, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, buscaban unificar el país, luego de la reconquista y expulsión de los moros, echando mano del castellano; por ello, les resultaba inverosímil como un mismo señor podía gobernar un territorio multilingüe. De ahí que, en aras del buen gobierno, las nuevas autoridades decidieran reconocer algunos de los idiomas más difundidos como “lenguas generales”, en tanto la población sojuzgada aprendiese el castellano y lo hiciese suyo.

La situación actual de los territorios y de los diversos ecosistemas influenciados por la presencia de las montañas y macizos andinos es ahora radicalmente distinta, precisamente por la imposición de una ideología lingüística inspirada en la visión monista de afán uniformizador y totalmente contrario a la diversidad idiomática natural de estas tierras. Cinco siglos después, nos encontramos ante un sinnúmero de lenguas totalmente silenciadas en las costas, cumbres, altiplanos y también en las estribaciones orientales de la Cordillera de los Andes. Como prueba de la diversidad que entonces existía nos quedan algunas de esas lenguas, particularmente las mayoritarias el quechua y el aymara, otras minoritarias y también una gran variación dialectal, particularmente en el quechua.

Atrás han quedado, entre cientos de idiomas silenciados, el cacán (CL), el cañar o cañaris(EC, PE), el chané (AR, BO), el chono (CL), el hibito-cholón (PE), el culli (PE), el kunza (AR, BO, CL), el mochica (PE), el muisca (CO), el pasto (CO, EC), el puruhuá (EC), el puquina(BO, PE), el sápara o záparo (EC, PE), el uru murato (BO) y el uru de Ch’imu (PE), los cuales ya no cuentan con hablantes. La lista podría incrementarse si a estas lenguas se añaden aquellos idiomas que en la actualidad cuentan con entre uno y cincuenta hablanteso recordantes, como son, entre otros, los casos del carijona (CO), itonama (BO), kawésqar(CL), leko (BO), tinigua (CO), selk’nam (AR, CL) yagán o yámana (CL).

Como se aprecia en la tabla siguiente, los siete países atravesados por la Cordillera de los Andes son multiétnicos, plurilingües y multiculturales y en ellos se hablaría un total de 217 lenguas indígenas, aunque no todas en los ecosistemas propiamente andinos. Como se sabe, todos estos países son parte de diversas regiones geoculturales donde se hablan lenguas indígenas:

  • Argentina: Patagonia, Pampa, Chaco y Andes
  • Chile: Patagonia y Andes
  • Bolivia: Chaco, Andes, Amazonía y planicies intermedias entre el Chaco y Amazonía, u Oriente
  • Perú: Llanuras costeras del Pacífico, Andes y Amazonía
  • Colombia: Llanuras costeras del Pacífico, Caribe continental, Andes y Amazonía, incluyendo la Orinoquia
  • Ecuador, Llanuras costeras del Pacífico, Andes y Amazonía
  • Venezuela, Caribe continental, Andes y Amazonía

 

Pese a estas diferencias geoculturales, las sociedades asentadas en los valles andinos y en las mesetas altiplánicas desarrollaron relaciones económicas y políticas con algunas de aquellas ubicadas en las zonas costeras del Pacífico y en las estribaciones orientales de la Cordillera. Desde la arqueología, se destaca que el área andina es producto de la relación que establecieron las sociedades que la habitaron, desde la creación de la agricultura, en su relación con el medio ambiente “a través de una constante mar-cordillera-bosque tropical, que configura una racionalidad económica integracionista de corte transversal al eje geográfico de la Cordillera” (Lumbreras, 1981, pp. 16). De hecho, son estos dos factores, la Cordillera -factor geográfico- y la agricultura -factor cultural- los que configuran esta área cuya influencia se extendió y abarca desde Mendoza y Llanquihue, en Argentina y Chile en el sur, hasta Colombia y parte de la Venezuela en el noreste.

Si bien las lenguas en riesgo severo y crítico -según la escala de UNESCO (Moseley 2010)- habladas en estos siete países pertenecen al área amazónica, en el camino de la Cordillera de los Andes, lenguas como el aymara del norte chileno, el inga (CO), el jaqaru (PE), el kawki (PE), el kichwa amazónico (CO, EC, PE), el uchumataqu o uru de Irohito (BO) se encuentran amenazadas por la aplastante hegemonía del castellano, o en algunos casos también por el quechua y el aymara, como es el caso de las lenguas urus en general. En el período prehispánico el quechua se expandió a costas de otras lenguas locales, como p. ej. en la costa y sierra ecuatorianas, proceso que continuó en la conquista durante el proceso de evangelización.

Tabla: Pueblos y lenguas indígenas en los países atravesados por la Cordillera de los Andes (2023)
País Pueblos/ Nacionalidades Lenguas Estatus de las lenguas indígenas Lenguas en riesgo Observaciones
Argentina 34 15 De educación y oficiales en dos provincias 6 De 34 o 38 Pueblos Indígenas solo 15 conservaron su lengua.
Bolivia 36 33 Oficiales a nivel nacional. 24 Constitucionalmente se reconocen 36 lenguas, 2 están extintas y 1 sin rastro de existencia.
Chile 10 8 De educación. El mapuzungúnes oficial en una comuna. 5 Dos estarían “ya dormidas”.
Colombia 120 65 Co-oficiales de uso regional territorial. 24 Cinco adicionales casi extintas.
Ecuador 14 14 Dos oficiales de relación intercultural y las demás cooficiales de uso regional territorial 61 El castellano es la única lengua oficial a nivel nacional.
Perú 56 48 Co-oficiales de uso regional territorial. 21
Venezuela 34 34 Oficiales a nivel nacional solo para los Pueblos Indígenas 27
Total 304 217 113 52,07% en serio riesgo y situación crítica

Fuente: Elaboración propia. La columna referida a lenguas en riesgo severo y crítico parte de la escala de la Unesco (2010); las fuentes son Moseley (2010) para los países señalados (1); para Argentina (Dillon, 2015), Bolivia (Sichra, 2013, Gutiérrez, 2022); Chile, Mineduc (2022); Colombia, Landaburu (2016); Perú (Minedu, 2013) y Venezuela, Villalón (2011).

Como se muestra, de las 217 lenguas que se hablarían en lo siete países atravesados por la Cordillera de los Andes más de la mitad estaría en riesgo severo o crítico. Al respecto, respecto toca reflexionar qué tan delicada situación no tiene que ver únicamente con aquellas lenguas indígenas con menos hablantes, pues de hecho la amenaza de silenciamiento también se cierne sobre las lenguas con miles o millones de hablantes; y en particular sobre al aymara y al quechua. Estas dos lenguas muestran agudas señales de envejecimiento pues el número de niñas y niños de 0 a 5 años que aprende a hablar en castellano se incrementa día a día, como lo demuestran los datos de un período censal a otro. En otras palabras, cada diez años los datos censales ponen en evidencia cómo el aymara y el quechua pierden nuevos hablantes y quienes aprendieron a hablar en estas lenguas son cada vez mayores. Ello nos lleva a concluir que, dada esta tendencia,el aymara y el quechua también constituyen idiomas amenazados.

El caso del quechua -la lengua indígena más hablada en las Américas- merece especial atención, pues existe consenso entre los lingüistas respecto a que, en rigor, se trata de una familia de lenguas. Es decir, estamos ante una multiplicidad de variantes regionales o locales del quechua, cuyas particularidades transcienden la esfera del léxico para implicar también la dimensión morfológica y en algunos casos la sintáctica. Han contribuido a esta variación -característica de toda lengua del mundo-, la amplia cobertura geográfica -desde el noreste argentino hasta el sur colombiano-, la escasa o nula relación que durante siglos de colonialismo hubo entre hablantes de una variante y otra -a diferencia de lo que habría ocurrido en el período prehispánico- y el mismo hecho de que se trata de una lengua que se impuso sobre otros idiomas amerindios sea durante el período incásico o durante los primeros siglos de la evangelización. La interrupción de la evolución natural del quechua producto de la invasión europea, de la imposición del castellano como nueva lengua del poder y del saber en los Andes, y la perspectiva eurocéntrica, monoepistémica, monocultural y monolingüe, y a todas luces racista, adoptada por los sectores hegemónicos han influido en la fragmentación del quechua. La hasta hoy vigente colonialidad del poder, del saber, del hablar y hasta del gustar incide sobre manera en las mentalidades no solo de los quechuahablantes sino también moldean los prejuicios y preconceptos que los hispanoparlantes han construdido tanto respecto de la lengua quechua como de sus hablantes. Por cierto, la condición subalterna del quechua frente a la aplastante hegemonía del castellano y el racismo estructural de orden relacional y epistémico inciden en la subvaloración de las distintas variantes quechuas y de su gradual pérdida de hablantes.

Para superar la situación actual, que compromete la sostenibilidad de la diversidad cultural y lingüística, urge transformar el actual ethos monocultural y monolingüe en otro multicultural y plurilingüe. El monoculturalismo y el multilingüismo se han naturalizado, atentando contra la diversidad, precisamente en un momento de la historia de la humanidad cuando la diversidad está a flor de piel y desde el seno del hogar podemos a través de los medios tecnológicos tomar consciencia de diversos idiomas, culturas, cosmovisiones, puntos de vista y formas de estar en el mundo. Es imperativo por ello reinscribir la diversidad en los imaginarios nacionales y promover el desarrollo de una consciencia lingüística que revalore el multilingüismo y la pluriculturalidad, para que todos descubramos la valía de hablar más de una lengua, de modo de penetrar otros mundos de significación y otras formas de sentir-pensar.

A esa nueva comprensión de la diversidad cultural y lingüística están contribuyendo de manera activa y militante decenas de mujeres y hombres jóvenes que cada vez más se autoidentifican como indígenas en América Latina y que descubren y hacen pública su indigeneidad a través de las redes sociales y del mundo digital en general. Por ejemplo, personajes como Alwa, MC Millaray, Renata Flores, Taki Amaru, Lenin Tamayo, Liberato Kani, Luanko, y colectivos como Eskina Qom, Inmortal Kultura, Kaypi Rap, Mafia Andina, Los Nin, Uchpa y Wechekeche Ni Trawuncontribuyen a la visibilización y audibilidad de las culturas y lenguas indígenas en el escenario contemporáneo y a través de la tecnología y del hip hop o el rock posicionan las preocupaciones indígenas en la agenda política actual. Otros jóvenes posicionan los pensares, sentires y decires indígenas a través de la poesía y de la literatura escrita, de la producción audiovisual en general y del cine en particular, con lo cual, como su pares raptivistas y rockeros sientan nuevos precedentes para la revitalización cultural y lingüística y constituyen luces de esperanza en tanto ensanchan los territorios idiomáticos indígenas y proyectan sus lenguas hacia el futuro, incidiendo además en las ideologías y mentalidades construidas por la sociedad hegemónica respecto de las y los indígenas.

Luis Enrique López, Diciembre 2023